sábado, 8 de octubre de 2011

Bajo el Sol de Toscana

Lamentablemente no he visto la película “Bajo el Sol de Toscana” que todos me han comentado a propósito del viaje, pero según algunas criticas que leí parece que no es un film imperdible. Ahora bien, sin conocer el detalle del famoso titulo puedo decir que estar bajo este sol es un placer.

Toscana es gran lugar que tiene de todo, un buen tramo de costa, la cuna del renacimiento en Florencia, antiguas ciudades de raíces etruscas como Siena, torres inclinadas y todo el sector de campos y pueblos rurales que se esparcen por cerros y valles, y que de en cuando en cuando sorprenden con amurallados medievales totalmente vigentes y habitados.

Aquí llegamos luego de una seguidilla de lugares de gran afluencia, habiendo pasado entre otras por Roma, Milán, Venecia, Verona y Bolonia. Estábamos ya un poco cansados de grandes ciudades, tráfico, museos y aglomeraciones de turistas que llenan los lugares sea por su cuenta o peor aún agrupados siguiendo un paraguas que lleva levantado el guía para que no se confundan de grupo. ¿Qué pasaría si alguien se confunde de grupo? ¿le cobrarán doble? ¿imposibilitado de volver a encontrar el paraguas de su guía tendrá que quedarse con el nuevo grupo para siempre y olvidar su antigua vida? ¿lo rechazarán y quedará eternamente perdido como un alma en pena, sin saber como volver a su hotel y tratando de encontrar un grupo que lo acepte?, es un gran misterio.

Volviendo a Toscana, llegamos a nuestro hospedaje en localidad de Chianti, el lugar llamado Fattoria di Rignana es una granja del siglo XI al que se llega luego de conducir entre viñedos, bosques y pequeños poblados. Al bajarse del auto uno tiene la sensación inmediata de estar en el lugar correcto, una gran casona antigua de campo excelentemente conservada y restaurada sin perder lo rústico. Esto en un pacifico entorno, con olor entre vino pasas en el aire y una piscina con vista panorámica a los cerros llenos de viñas en sus laderas al estilo típico de Toscana hasta que se pierda la vista. Con esto y considerando lo cansados que estábamos de las muchedumbres y  la urbanidad, resulto ser un lugar perfecto.

Fattoria di Rignana fue sin duda junto al de Milán, el mejor hospedaje en que estuvimos en toda Italia, y su vino Chianti Rignana Reserva del todo recomendable, del que puedes sacar a la hora que quieras una botella y te anotas en una lista basada en la confianza para la cuenta el día que te vas.

Desde Rigniana recorrimos Toscana, donde manejar por sus caminos es toda una experiencia. Uno se olvida que cerca de grande urbes existen tan extensos terrenos rurales, con muy poca circulación de otros vehículos, caminos serpenteantes que suben y bajan de los cerros haciendo curvas de casi 180 grados en una pista y media, o veces una. Si te gusta manejar y las vistas campestres, este es un lugar muy entretenido para la conducción, donde además de vez en cuando atraviesa el camino una ardilla, una jabalí o un siervo, lo que mejora aun más el panorama.



Uno de los lugares a los que fuimos es el poblado de Greve in Chianti, es encantador, muy pequeño, extramademente tranquilo y muy lindo para caminar por él. Entre calles empedradas que suben y bajan, y casas estilo retablo que emparedan la vía, es exactamente el pueblo que uno puede imaginar de Toscana. Es curioso que aunque en baja proporción,  no falten ni siquiera aquí más de alguna tienda de joyas o ropa de última moda más famosas del país, lo que terminamos de entender es una característica de Italia.

El entramado de caminos es tal que sin un GPS aún estaríamos dando vueltas tratando de encontrar nuestro hospedaje, pero aprovechamos el dispositivo para sumergirnos en la telaraña y lo configuramos para evitar carreteras y peajes, lo que nos llevo por esplendidos caminos. Así pasamos por ejemplo por Montefioralle, un pequeño pueblo amurallado y totalmente peatonal que tiene el aspecto de un castillo medieval, del que existen registros desde el 1085 y durante la Edad Media fue uno de los mayores centros militares y administrativos de la zona. No aparece en las guías, nadie lo mencionó en ninguna recomendación, y es una de los lugares mas bellos de Toscana.

Montefioralle

Otro lugar más turístico es San Giminiano, también con apariencia de castillo medieval pero un poco más grande y lleno de torres con las que se competía en la apoca para demostrar el poder, es un imperdible aunque vuelven las aglomeraciones y tiendas de souvenir. Pasamos aquí también por el museo de la tortura y el de la pena de muerte, nada del otro mundo como museos, pero sobrecoge ver los instrumentos y entender más de cerca el sadismo de la inquisición y recordar los niveles de salvajismo a los que se puede llegar cuando el poder, la justicia y su administración se encuentran juntas en la misma mano y frente a otro que al se le define como enemigo.

El centro de Siena es muy bonito, tiene un centro histórico antiguo hoy muy comercial que es entretenido y no alcanza a agobiar, pero luego de haber pasado por los otros lugares le prestamos poca atención a decir verdad.

Florencia debe ser impresionante, pero con el ánimo que traíamos y nuestro nuevo espíritu de Toscana, no la disfrutamos tanto y queríamos irnos pronto, con un poco de cargo de conciencia por querer salir de tan famosas ciudad. Recorrimos un poco, vimos el Duomo y pasamos por el Puente Vecchio (que quiere decir viejo, no bello). Estuvimos mucho más tiempo en la Galería de los Uffizi y es increíble la cantidad de obras importantes que hay, es del todo recomendable ir con mucho tiempo y ojala estudiar un poco de historia del arte y las principales obras de antemano. En comparación a Florencia y en virtud de nuestro estado de animo fue más agradable Pisa, pasar un rato a la sombra de su torre inclinada y un atardecer en sus costas. La torre es más pequeñas de lo que imagine, más inclinada y mucho más bonita, si no estuviera inclinada seria menos famosa, pero no dejaría de ser una atracción.

A pocos pasos (literalmente) de Fattoria di Rignana donde nos quedábamos se encuentra Cantinetta di Rignana, un excelente Restaurante que comparte el estilo de nuestro hospedajes en sus instalaciones y vistas, y le agrega un calidad de cocina excepcional. Aquí comimos los mejores platos de toda Italia, de los que cabe destacar en sus pastas Tagliatella al Pesto y Tagliatella al Tartufo (primera vez además que probábamos las trufas), en antipastos la Tabla Toscana con un deliciosos paté de hígado de pollo y  la carne en varias alternativas. Platos para no olvidar y por los que bien valen la pena llegar hasta tan apartado lugar. Si además tienes la suerte de que te atienda Fabrizio la experiencia se completa, es un simpático garzón que se las puede arreglar solo con todas las mesas, recomendar platos y conversar además animosamente con todos como si fuera el dueño y quizás incluso compartir una copa de Grappa con los comensales por cuenta de la casa.


Toscana y en particular Rignana es un lugar inolvidable, lleno de paisajes, sensaciones, sorpresas, olores y sabores. Definitivamente un lugar para volver.

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