sábado, 30 de junio de 2012

Costa Sorrentina de Ensueño

Sorrento se encuentra en una de las penínsulas que cierra el golfo de Nápoles, y toda la península es nombrada en su honor, aunque algunos hablan de manera independiente de la Costa Amalfitana. Esta península tiene una geografía accidentada, con escarpadas subidas, quebradas y toda una costa de acantilados que la caracteriza y desde los que cuelgan algunos poblados y varios hoteles. Acompañan a Sorrento, lugares como  Amalfi, Positano y poco distancia en el mar la famosa Isla de Capri.


Sorrento es agradable, con mucha gente, pero agradable. Es un lugar vacacional de menos fama que sus compañeras aunque por la misma razón un buen lugar para quedarse a mejor precio, y con embarque directo a Capri o si se quiere taxis acuáticos a Amalfi y Positano. 



Si vas en auto, puedes maximizar esta relación precio / distancia quedándote un poco más lejos de la costa hacia los cerros (que es lo que nosotros hicimos). Nos quedamos en Relais Diana, el lugar es bastante bueno, a un precio razonable y con una gran vista, aunque un poco difícil de llegar. 

Si bien pensábamos pasar por Nápoles, luego de variados avisos de que es un lugar de cuidado - advertencias tanto de personas que han ido como de los mismo guías italianos -  y de recordadnos que "Nápoles está lleno de Napolitaones", terminamos por saltarlo. No creo que se una tema de Napolitanos, creo que puede ser más algo de la cultura porteña alrededor del mundo.

Llegando a Sorrento ya te enteras de quien manda en las calles. Las motos tienen preferencia ante todo, sea por que son más, por sentido común respecto a quien es más fragil, algún tipo de convención o alguna ley como la marítima donde el vehículo menor tiene la preferencia. Resulta que aquí las motos circulan como si no hubiera nadie más, repletan las calles, se cruzan por doquier, van contra el trafico asumiendo que los otros dejaran espacio. Lo curioso es que nadie se queja, y no se ven accidentes, de alguna manera funciona, y pronto uno se acostumbra. 

Pequeñas motonetas, antiguos Fiat 500, algunos smart y utilitarios montados sobre bases de motos suben las escarpados caminos y bajan a toda velocidad por los serpenteantes caminos entre olivos que crecen como la mala hierba, en un lugar donde no se ven muchas bicicletas, y no es de extrañar, la peninsula de Sorrento es un lugar de encumbrados  y angostos caminos y quebradas, geografia que la caracterisa sobre todo por los acantilidados que dan al mar. 

Como estábamos más lejos del centro, nos encontramos con más vida de barrio, había una fiesta que no entendimos bien de que era organizada por los mismos vecinos, muy grato. 
  
La Isla de Capri es de ensueño, arquitectura mediterránea, vistas maravillosas. Lamentablemente tuve un desencuetro con los encargados de embarcaras a la "Gruta Azul", se lleno nuestro bote y el siguiente lo desechamos luego un rato de espera.  Este sumado a la aglomeración de turistas en el funicular, y el centro apestado de grupos de turistas siguiente a un guía con paraguas levantado, haciendo el quite a los vehículos que cargan maletas de los lujosos hoteles me amargo un poco la tarde (más de lo que ameritaba la situación) . Es difícil arrancar de la turirstas, sobre todo si estas en un lugar turístico, hablas otro idioma, estas de vacaciones y llevas una cámara al cuello. Con la paciencia de Andrea y luego alejarnos un pocos de las calles principales, todo mejoró. Capri es la capital de las vistas y los limones. Lo mejor del día: cerveza y pizza en la costanera.

Desde Sorrento se llega a Amalfi y Positano, a este último dedicamos más tiempo y quedamos enamorados del lugar, caminas por casas y hoteles antiguos que cuelgan de los riscos, y envuelven una pequeña playa pedregosa y transparente. 

Si yo fuera millonario y no necesitara trabajar, creo que no viviría en una mansión con auto de lujo en la puerta, lo haría colgando desde algún risco de Positano y conduciría una Vespa.