Sorrento se encuentra en una de las
penínsulas que cierra el golfo de Nápoles, y toda la península es nombrada en
su honor, aunque algunos hablan de manera independiente de la Costa Amalfitana. Esta península tiene una geografía
accidentada, con escarpadas subidas, quebradas y toda una costa de acantilados
que la caracteriza y desde los que cuelgan algunos poblados y varios
hoteles. Acompañan a Sorrento, lugares como Amalfi, Positano y poco
distancia en el mar la famosa Isla de Capri.
Sorrento es agradable, con mucha
gente, pero agradable. Es un lugar vacacional de menos fama que sus compañeras
aunque por la misma razón un buen lugar para quedarse a mejor precio, y con
embarque directo a Capri o si se quiere taxis acuáticos a Amalfi y Positano.
Si vas en auto, puedes maximizar esta
relación precio / distancia quedándote un poco más lejos de la costa hacia los cerros (que es lo que nosotros hicimos). Nos quedamos en Relais Diana, el lugar es bastante bueno, a un precio razonable y con una gran vista, aunque un poco difícil de llegar.
Si bien pensábamos pasar por Nápoles,
luego de variados avisos de que es un lugar de cuidado - advertencias tanto de personas que
han ido como de los mismo guías italianos - y de recordadnos que "Nápoles está lleno de
Napolitaones", terminamos por saltarlo. No creo que se una tema de Napolitanos,
creo que puede ser más algo de la cultura porteña alrededor del mundo.
Llegando a Sorrento ya te enteras de
quien manda en las calles. Las motos tienen preferencia ante todo, sea por que
son más, por sentido común respecto a quien es más fragil, algún tipo de convención
o alguna ley como la marítima donde el vehículo menor tiene la preferencia. Resulta
que aquí las motos circulan como si no hubiera nadie más, repletan las calles,
se cruzan por doquier, van contra el trafico asumiendo que los otros dejaran
espacio. Lo curioso es que nadie se queja, y no se ven accidentes, de alguna
manera funciona, y pronto uno se acostumbra.
Pequeñas motonetas, antiguos Fiat
500, algunos smart y utilitarios montados sobre bases de motos suben las escarpados
caminos y bajan a toda velocidad por los serpenteantes caminos entre olivos que crecen como la mala hierba, en un lugar
donde no se ven muchas bicicletas, y no es de extrañar, la peninsula de
Sorrento es un lugar de encumbrados y angostos caminos y quebradas, geografia que la
caracterisa sobre todo por los acantilidados que dan al mar.
Como estábamos más lejos del centro, nos encontramos con más vida de barrio, había una fiesta que no entendimos bien de que era organizada por los mismos vecinos, muy grato.
La Isla de Capri es de ensueño, arquitectura
mediterránea, vistas maravillosas. Lamentablemente tuve un desencuetro con los
encargados de embarcaras a la "Gruta Azul", se lleno nuestro bote y el siguiente lo
desechamos luego un rato de espera. Este sumado a la aglomeración de turistas
en el funicular, y el centro apestado de grupos de turistas siguiente a un guía
con paraguas levantado, haciendo el quite a los vehículos que cargan maletas de
los lujosos hoteles me amargo un poco la tarde (más de lo que ameritaba la
situación) . Es difícil arrancar de la turirstas, sobre todo si estas en un
lugar turístico, hablas otro idioma, estas de vacaciones y llevas una cámara al cuello. Con la paciencia de Andrea y luego alejarnos un pocos de las calles principales, todo mejoró. Capri es la capital de las vistas y los limones. Lo mejor del día: cerveza y pizza en
la costanera.
Desde Sorrento se llega a Amalfi y Positano, a este último dedicamos más tiempo y quedamos enamorados del lugar, caminas por casas y hoteles antiguos que cuelgan de los riscos, y envuelven una pequeña playa pedregosa y transparente.
Si yo fuera millonario y no necesitara trabajar, creo que no viviría en una mansión con auto de lujo en la puerta, lo haría colgando desde algún risco de Positano y conduciría una Vespa.